La sequía, entendida como una disponibilidad de agua menor que la
necesaria, puede ser fruto de varios factores, como por ejemplo una
disminución de las precipitaciones, un descenso de los niveles de los
embalses y del manto freático, o un incremento de la pérdida de humedad
de una superficie por evaporación, que conduzca a una menor retención de
agua.
La mayor demanda local de agua, como por ejemplo por un
aumento de la población, o por la puesta en marcha de actividades que
exigen más agua, puede también conducir a una situación de escasez de
agua.
Todos los factores deben tenerse en cuenta, y el grado de
influencia de cada uno sobre la magnitud de las condiciones de sequía
puede variar bastante dependiendo de cada zona del mundo.
Para
finales de siglo, el creciente calor atmosférico habrá propagado las
condiciones secas y de aridez a más áreas agrícolas y urbanas que los
cambios en los patrones de precipitaciones por sí solos, según los
resultados de un nuevo estudio.
En el ámbito popular, es fácil
relacionar sequía exclusivamente con escasez de lluvia, pero, como hemos
dicho, son muchos más los factores que intervienen en el fenómeno.
En particular, unas tasas más elevadas de evaporación pueden jugar un
papel mucho más importante de lo que bastante gente cree, pues las
temperaturas más cálidas son capaces de extraer más humedad de los
suelos, incluso en algunos lugares donde se ha pronosticado que como
consecuencia del calentamiento global aumentarán las lluvias.
http://noticiasdelaciencia.com/not/10503/_sequia_a_fines_de_siglo_en_un_tercio_de_las_tierras_por_culpa_del_calentamiento_global_/
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